Ana Garrido Padilla nace en Madrid y vive en Alcorcón (Madrid). Presidenta de “Verbo Azul” y Codirectora de la revista “La hoja azul en blanco”, es licenciada en Periodismo. Ha sido galardonada en Valdemoro, “Premio poesía mística” en dos ocasiones, en el Certamen Nacional Universidad Popular de Alcorcón en tres ocasiones, en la “Asociación de mujeres progresistas” en otras tres ocasiones, XVI Certamen “Manuel Ordóñez Sánchez” en Higuera de la Sierra en mayo de 2009, Botijo de Oro en las Justas Poéticas de Dueñas 2009; colabora en diferentes revistas literarias de ámbito nacional e internacional. “A veces alguien pasa”, “A la espalda del agua” y “Qué me quieres” son tres de sus poemarios editados. Con el pseudónimo EURÍDICE ha presentado el trabajo que sigue, habiendo obtenido el premio Raimundo Escribano del año 2010
De pie sobre mi nombre
I
Es tiempo de vivir,
de alzar en bronce el gesto y el cansancio;
es tiempo de volver a las mentiras,
de herir a tumba abierta las palabras.
Dejad que se me enreden los caminos,
los últimos abrazos,
lasderrotas,
que nunca quise hembrarme por la duda
ni ser proyecto en vísperas de nadie.
Si os preguntan,
decid que fui testigo de las horas,
que quise darme entera por los versos,
romper el claroscuro de las lágrimas,
la exacta dimensión de cada pérdida,
y ser, al fin,
materia de derribo.
Dejadme renacer, polvo en las alas.
Dejadme renacer
Hasta que vuelva.
Que he llegado hasta aquí desordenada,
quemándome la rabia por los dientes,
y me busco en la niebla, me desnudo
de todos los presagios,
porque llevo,
gritando a pleno sol,
cada respuesta,
cada herida en la luz,
cada mirada.
II
Hoy llueve como siempre
a la hora de los cines,
y hay un perro que cruza delante de mi casa.
Distinto, blanquinegro,
sin nombre,
de esos que apenas llevan su infancia entre los dientes.
Y me busca.
Me busca por debajo del mundo,
como si el mundo fuera un mar entre paréntesis
y estuviera dormido.
Soy un tiempo de espejos paralelos.
de voces y de ramas
contándome a deshora por las calles
desde todos los días,
desde todos los ojos.
Ardidamente cierta.
Inacabada.
III
Me digo muy despacio, casi en ruinas,
con esa lentitud de lo imposible,
me digo a ras de tierra y en pedazos.
Me digo simplemente, me pronuncio
futuro y estandarte,
con el paso cambiado
y la voz rota,
de pie sobre mi nombre.
Ya no sé si me faltan cicatrices
o tengo que buscarle por mis venas
cobijo a las palabras,
pero llevo,
mordiéndome la luz,
todas las bocas
y todos los paisajes como en fuga
detrás de las esperas.
He vuelto del dolor como se vuelve
de todos los regresos.
Si acaso me buscáis,
sabed que vivo
a más de veinte muertos de mi casa.